sábado, 8 de febrero de 2014

Autobiografía de papel (2013) de Félix de Azúa (1944)


En este blog se comentó su excelente Autobiografía sin vida (2010) donde gran parte del libro describía su experiencia estética, desde la pintura rupestre hasta la de nuestros días, terminando éste con su amor a la poesía y a los novelistas modernos que trataron de recuperar en la prosa el viejo juego lingüístico puro, inocente, infantil, de cuando había poesía.

En esta ocasión va a ser su paso por los géneros literarios lo que va a conformar esta autobiografía, dividida en: poesía, novela, ensayo y periodismo.
El libro es mordaz y muy ameno y vamos a extraer algunos de sus párrafos, lamentando, por su extensión, no incluir otros muchos jugosos y didácticos.      

Nos cuenta que en la España de su juventud, los sesenta, se sentían ilustrados y estaban persuadidos de que la poesía era la actividad más importante de la literatura…como religión, exigía el sacrificio de la vida, una entrega moral y trascendental en la más pura línea romántica. En esa opción extrema sólo Leopoldo Panero llegó a consumirse hasta acabar encerrado en vida en un manicomio.  

En 1970 Seix Barral edita la antología titulada Nueve Novísimos Poetas Españoles, dividida en seniors y coqueluche (nacidos después del 40) entre los que está nuestro autor. Trataban de romper con la poesía anterior y cayeron fatal a la derecha por su frivolidad y amoralidad y a la izquierda por su elitismo y usar iconos de la cultura USA.
En España se puede ser fascista, teocrático, estalinista  o nacionalista: siempre tienes seguidores y periódicos que te jalean, pero no se puede ser liberal.

En opinión de Azúa  en la actualidad la poesía es cada vez más minoritaria y es en las letras de las canciones donde se refugian excelentes poemas: Lennon, Dylan, Brassens, Ferré o Vian., y por qué no: Bajo el palio sonrosado de la luz crepuscular de Jorge Sepúlveda o Reloj, detén tu camino/porque mi vida se apaga, ¿no podría ser de Machado en lugar de de Los Panchos?

Cita a Gabriel Ferrater: un buen novelista es un poeta que quiere ganar dinero…aunque podría también decirse, con menos crueldad, que es un poeta que quiere ser leído por un gran número de ciudadanos.

Muy interesante el repaso que Azúa hace de la novela, destacando sobre el resto en la España de los sesenta a dos figuras: Benet y Sanchez Ferlosio, que no permanecieron en solitario gracias a la llegada de los excelentes escritores latinoamericanos.
Sus tres primeras novelas (1972-1981) estaban escritas sin contar con el lector. En el 84, escribe una novela histórica y en el 86 decide escribir una novela normal Historia de un idiota contada por el mismo, que se convirtió en un bestseller. Es la novela de la decepción veinte años después de Mayo del 68, la he vuelto a leer hace poco, y aún conserva partes con fresca ironía.

Los últimos capítulos del libro comentan la importante evolución del ensayo en la actividad literaria, así como de los artículos de prensa, y aventuran el futuro a través de blogs u otros medios digitales, sobre lo que no vamos a extendernos por no abusar de su paciencia.

En suma un grato libro que no dudo en recomendar. Le he puesto XXX1/2 y está a vuestra disposición

Rafa

2 comentarios:

Diego dijo...

Magnífica crónica. Gracias, Rafa.

Es un libro que voy a comprar pues será quizás de los que vuelva a leer. Me gusta mucho Azúa y me gusta de lo que habla y cómo lo describe. Además compartimos con él un tiempo, y quizás una manera de ver las cosas.

Un abrazo.

Diego dijo...

Gracias Rafa por la recomendación. Su lectura me ha resultado muy interesante, tanto por el formato autobiográfico que usa, como por su escritura precisa y mordaz, como bien dices.

Acierta de pleno en su visión de la poesía y de su decadencia entre los géneros literarios. Terrible la crítica que hace Gil de Biedma de Juan Ramón Jimenez, a quien crucifica como poeta. Terrible porque da en el clavo.

Su visión es autobiográfica y por lo tanto personal. No puede, o no quiere, alejarse de sí mismo para tener una visión más amplia del futuro de la palabra escrita, y echa en falta los tiempos en que él pertenecía al grupo selecto de "los intelectuales" Me habría gustado que se pusiera de vez en cuando en el lugar de los lectores.

Su visión del futuro es bastante negativa, impresión que no comparto con él.

De cualquier modo un libro importante para los que quieran ilustrarse sobre los géneros literarios.